La capital del Reino Hachemita es una ciudad con historia pero sin pasado, un territorio que han pisado muchos y antiguos pueblos pero que conserva un legado raquítico. En esto consiste la barbaridad: sepultar las obras que anteriores pobladores realizaron. En Amman ha habido bárbaros en casi todos los periodos. Primero fueron los asirios, luego los persas a los que invadieron los griegos. Después llegaron, cómo no, los romanos que la bautizaron como Filadefia, y luego de nuevo los árabes: omeyas y abbasíes desembocaron en lo que actualmente hoy es el reino de Jordania. Si a esto le sumas los terremotos que ha sufrido, tenemos una ciudad moderna que busca reencontrarse con la huella de un tiempo pretérito.
Construida como Roma o Lisboa sobre siete colinas o jebels, si no fuera por lo que queda de la Ciudadela y la cercana Jerash, la capital de Jordania quedaría relegada únicamente a su papel como puerta de entrada al país y como centro financiero y de negocios, algo que en pleno Oriente Medio no es baladí pero que turísticamente tiene un escaso atractivo.
Pero no sólo se nota en los monumentos, el desarrollo de Amman va tan rápido que no mira atrás. No suenan los mirates a la oración, o al menos yo nos los escuché, sus calles no son el caos de tráfico del que hacen gala otras capitales de la próxima África y de la cercana Asia ni, lo que es peor, existe ningún mercado en sus calles en el que notar el peso de la tradición árabe, hecha a base de comercio, té y charla. El pasado lo hacen los monumentos, las costumbres…la historia queda escrita por los hechos, y en Amman hay mucha historia pero poco rastro de ella.
Aquí viven 3 millones de personas, la mitad de toda la población que habita Jordania pero, a pesar de esto, no es una ciudad incómoda sino diáfana y con grandes espacios. Avenidas anchas y paseos peatonales ocupan la zona más moderna de Amman. Pero su casco histórico sí es irregular y laberíntico. Desde la Ciudadela se puede ver, perfectamente formado por casas de un blanco arena arracimadas, compactadas de tal manera que parecen un avispero gigante.
Amman es una ciudad moderna, y eso se ve en las gentes que la habitan: muchos jóvenes que intentan encontrar hueco en una sociedad cada vez más participativa. Tiendas de moda, cafeterías, mujeres al descubierto y una amplia comunidad cristiana son rasgos que diferencian a Amman y la convierten en una ciudad multicultural. Poca gente pueblan las calles, no hay el bullicio del zoco y la noche es animada pero tranquila.
La Ciudadela es un buen mirador, pero además encierra restos romanos, bizantinos e islámicos: el Palacio de los Omeyas (730 d.C.), los restos del templo de Hércules, las ruinas de una iglesia bizantina del siglo VI o VII d.C. Es un buen lugar donde sentase a contemplar anochecer mientras el calor de un té con cardamomo nos penetra por el cuerpo. Cuando el sol se despide, la arena del desierto que rodea la ciudad asciende y las luces de la ciudad tintinean entre una neblina sedosa.
En las cercanías de la Ciudadela, también se pude ver el teatro romano con capacidad para 6.000 personas, un foro y un ninfeo. En Amman hay 1.200 mezquitas entre las que destaca una de las más grandes de Oriente Medio, la del Rey Abdullah I. Fue construida hace 23 años por el Rey Hussein en honor a su padre, y sus cúpulas de color azul turquesa son un ejemplo de la arquitectura islámica moderna.
Muy cerca de Amman está Jerash, auténtico legado histórico de la Jordania romana y el único monumetno que puede hacer algo de sombra a cinematográfica Petra. Antiguamente conocida como Gerasa, yace en una planicie rodeada de empinadas zonas boscosas y fértiles cuencas. Conquistada por el General Pompeyo en el año 63 aC, cayó bajo dominio romano y fue una de las diez grandes ciudades romanas, la Decápolis. Revela un perfecto ejemplo del gran urbanismo formal romano de provincias que se puede admirar en todo Oriente Próximo: pavimentos y calles franqueadas por columnas, templos en las cumbres de las montañas, teatros impresionantes, plazas públicas espaciosas, baños, fuentes y ciudades amuralladas atravesadas por torres y columnas.
Aún es posible en la populosa y moderna Amman ver fabricar el pan con las manos. 3 hombres hacen de la panedería un arte que se puede saborear calentito. Es un proceso que certifica que arte viene de artesanal.
Como el provecho que le sacan al aceite de oliva, de tal manera que consiguen que sea beneficioso para el cuerpo, por dentro y por fuera. Un grupo de mujeres pilotan un proyecto financiado por la UE y que busca su integración laboral a través de la fabricación de jabones aromáticos totalmente naturales. Romero, menta, geranios….son esencias que bañan la lucha de estas trabajadoras y su empeño por abrir camino.
Para contrastar tenemos el Wild Jordan, uno de los más lujosos restaurantes de Amman. Es muy agradable degustar su exquisita comida libanesa mientras nos rodean las luces de la ciudad antigua. Es un sitio moderno y con estilo en un entorno fantástico.
Amman es una ciudad para disfrutar, sus encantos son los justos para abrir boca a un país inmenso, acogedor y mágico.
Consejos prácticos
- A Jordania se puede volar con Royal Jordania. Los servicios y la atención en vuelo son estupendos.
- El visado se obtiene en el aeropuerto por 20 dinares (20€)
- El trayecto en taxi desde el aeropuerto Reina Alia hasta el centro de la ciudad cuesta sobre 5 dinares (5€)
- Una botella de agua de 1,5 L cuesta 1 dinar (1€)
- No se pueden fotografiar ni mujeres, ni policías o edificios oficiales como embajadas, del gobierno o militares
- Para más información Oficina de Turismo de Jordania.
Si esperemos que si, tiene toda esa pinta, me gustaría regresar algún día, mas pronto que tarde, ya veremos.
Pues imagino que ha cambiado bastante desde hace 17 años pero creo que la esencia de ciudad próspera y abierta seguirá siendo la misma.
Un abrazo.
Muy buen post, bonitas fotos, y grandes recuerdos, uf ya hace que estuve por alli, fue en el 94, y veo que han cambiado muchas cosas.
Gracias.